martes, 4 de junio de 2013

Cuando empezó todo

Cuando mi hijo tenía diecisiete meses empezó a tener diarreas, vómitos y mal estar general. Las diarreas no eran de una simple gastronteritis, eran muy fuertes, abundantes y mal holientes. En la Escuela Infantil me alertaron de que no se encontraba bien, cosa que yo tambien notaba en casa, tras varios días con dieta blanda no mejoraba y fuí a Urgencias con él y me dijeron que era gastronteritis, me mandaron para casa con el suero oral y para de contar. Eso de que las madres tenemos un sexto sentido puede ser verdad porque yo no me quedé tranquila, si no mas bien todo lo contrario, estaba indignada con como me habían tratado en Urgencias ( no voy a decir en que hospital porque creo que fué mas bien mala suerte de quien me atendió), preocupadísima por mi hijo y con el come come de que a mi hijo le pasaba algo y no sabía el qué pero sabía que estaba mal. Esa noche le di el suero oral y no mejoró, le subió la fiebre y siguió con las diarreas y los vómitos y creo que ha sido la única mala noche que he pasado con él. Así que al día siguiente me presenté en la consulta de su pediatra muy enfadada y preocupada con la intención de pedir respuestas y soluciones para él, pues llevaba mas de quince días así, pero cual fue mi sorpresa que no hizo falta exigir ni pedir explicaciones, ella me preguntó los sintomas, me escuchó atentamente, dejó que me exlicase bien, me pidió que le desnudase y le pusiese sobre la camilla y nada mas verle desnudo me dijo "vas a llevarle a las pruebas del gluten", "¿ves como tiene la tripa muy hinchada?"
Hasta ese momento no me había dado cuenta, es verdad, era una tripa como la de los niños desnutridos que vemos en las fotos de algunos paises de África. Y dos meses después tras una biopsia se confirmó lo que aquel día una magnífica pediatra y gran profesional diagnosticó. Gracias a ella hoy mi hijo está sano y crece fuerte sin dolores y feliz pudiendo hacer una vida normal.
Gracias Carmen.

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